Zacatlán, un paseo por las nubes

Óscar Sánchez

Zacatlán, Pue.-

Una neblina espesa abraza poco a poco al imponente Templo Franciscano del siglo XVI, uno de los primeros templos católicos construidos en América, y el corazón de un pueblo que evoca épocas pasadas.

La bruma que se hace acompañar de un frio intenso, envuelve poco a poco un pueblo mágico llamado Zacatlán, cuna de la relojería monumental, de licores de manzana, de granos de café y de espectaculares paisajes de montaña.

Cada tarde y noche, el pueblo se eleva hasta las nubes y la blanca niebla cubre el enorme reloj floral del Centro Histórico y con ello detiene el tiempo en un lugar de la Sierra Norte de Puebla.

La suspensión de las pequeñas gotas de agua forma parte de la estampa cotidiana de esta región con profundas raíces de la cultural otomí, tolteca y chichimeca, que hoy alberga monumentos de un sincretismo religioso y cultural.

La Parroquia de San Pedro y San Pablo, el Museo de Relojería y Autómatas Alberto Olvera, el Conjunto Conventual Franciscano, el Valle de Piedras Encimadas y la Cascada Tulimán son un conjunto único.

“Lugar donde abundan los zacates”, nombre original nahuatl, hoy es uno de los mayores productores de manzanas, con alrededor de 320 mil botellas de sidra rosada, gasificada, dulce, natural, de pera y durazno.

Las barricas de fábricas como Manzanita Zacatlán y la Fábrica El Convento, despiden aromas que extasían los sentidos, el paladar se aviva y a cada trago el cuerpo se sumerge en esas nubes.

En la plaza principal, el café de granos recién tostados es como un bálsamo y el tradicional cubilete de queso o requesón, los tacos de barbacoa de hoyo y el jarro de pulque cierran el círculo.

Y a las afueras, escenarios naturales de impactante belleza. El cuerpo se queda sin aliento mientras recorre los 365 escalones cuesta abajo, pero también se queda sin respiración al irse adentrando a la Cascada Tuliman, un gran sistema de caídas de agua en medio de un bosque pintoresco con rutas escarpadas y senderos.

La brisa acompañada por miles de gotas de agua que se desprenden de la cascada que cae de 350 metros y se divide en tres cuerpos, golpea el rostro y el cuerpo en una liberación de sentimientos.

A11 kilómetros del Pueblo Mágico de Zacatlán de las Manzanas, la reserva ecológica se convirtió a base de esfuerzo y tesón de ejidatarios locales, en un gran centro turístico de aventura que lo mismo ofrece rappel, tirolesa, senderismo, tiro con arco o simplemente rutas para ejercitarse en medio de cañadas.

En al menos dos zonas de esparcimientos, permiten valorar cascadas, poza de agua mineral y dos Ríos serpenteadas por veredas y aderezadas con cuatro tirolesas, un cable de tensión y un puente colgante.

Por supuesto la cereza en el pastel es el “papalotl”, un árbol que tiene un hueco en uno de sus costados provocado por algún fenómeno desconocido con una dimensión de 60 centímetros y cinco metros de altura.

 

Compartir: